Garbiñe Arroyuelo es una de las socias trabajadoras de Sustraiak Catering, que ofrece cocina vegetariana basada en la alimentación agroecológica y desde perspectivas feministas e interseccionales. Hablamos sobre el papel de la mujer, la agroecología y el compromiso social.
¿Qué es y cómo nace Sustraiak?
El grupo motor de lo que ahora es Sustraiak nace en Kukutza, con un comedor popular los viernes donde ofrecíamos un menú casero y vegetariano a 5€. Sin embargo, Sustraiak nace cuando y ese comedor se acaba y ese equipo sigue trabajando porque nos empiezan a llamar para organizar varios cáterin. Nos apetece continuar con el proyecto, nos empezamos a rodear de gente que crea pequeños proyectos agroecológicos, verduras, pasta casera, quesos, pan… Fue entonces cuando decidimos ponerle nombre a lo que había germinado, en honor a esa raíz. En 2015 dos de las personas de ese grupo nos hicimos autónomas profesionalizando el proyecto. Más adelante, en 2020 pasamos a ser cooperativa de inserción.
Seis mujeres conformáis Sustraiak ¿qué relevancia tiene la mujer en vuestro proyecto?
La mujer tiene un papel fundamental en Sustraiak puesto que el 100% de la plantilla está formada por mujeres. Para ser parte del proyecto hay que ser mujer o sentirse mujer.
Tres mujeres pertenecen a la cooperativa de iniciativa social, Cooperativa Feminista Errotik, y por otro lado estamos las socias trabajadoras. Cuando creamos la cooperativa de inserción fue una fusión entre lo que traía Errotik, con valores sociales, feministas y de iniciativa social, con nuestra experiencia en cocina, la agroecología, el catering. Hicimos un par de proyectos piloto que se llamaban “Emaitza”, con mujeres migradas y cuando vino la pandemia aprovechamos el momento para redactar una propuesta y crear la nueva cooperativa de inserción sociolaboral.
Uno de nuestros objetivos es empoderar a la mujer, tanto a las trabajadoras de Sustraiak, como a las productoras que cultivan y crean los alimentos que llegan a nuestra cocina. Tratamos de valorar y priorizar que el producto venga de una mujer. Intentamos que lo que se cocina y lo que se vende esté hecho por mujeres, depositando la confianza en las productoras, aunque no sea de manera exclusiva. Por otro lado, buscamos profesionalizar la cocina, sin olvidarnos de que la cocina siempre ha sido un espacio habitado por mujeres, en el que se han generado relaciones de confianza e intimidad.
Definís Sustraiak Catering como una cooperativa de inserción sociolaboral. ¿A qué os referís exactamente?
El plan de inserción sociolaboral se trata de programas de tres años máximo que se revisan cada año. En Sustraiak dos de las tres socias trabajadoras están un poco más atentas a las mujeres que están trabajando en el programa de inserción. Hay una persona con un perfil más técnico, que es la que resuelve dudas de cocina, explica las recetas…, y la otra persona es una técnica de inserción que realiza un acompañamiento, para que esa mujer que está trabajando se vaya empoderando en confianza y con itinerarios adaptados a sus necesidades.
Aparte de trabajar en la cocina se intenta poner atención a otras necesidades que pueda tener esa mujer, como la elaboración de un buen CV, la flexibilidad horaria si quiere estudiar…
Habéis integrado en vuestra filosofía la soberanía alimentaria y a la agroecología. ¿Cómo impulsáis este tema desde Sustraiak?
La agroecología y la soberanía alimentaria es el pilar fundamental del proyecto porque ya lo era antes de que Sustraiak fuera cooperativa de inserción. Esa fue la primera decisión que tomamos cuando decidimos que Sustraiak iba a existir. Al principio teníamos solo el catering y nos pareció una muy buena herramienta para sacar un producto de calidad, de temporada, hecho por gente que conocemos… Es importante explicar cómo se hacen las cosas y contar que los productos vienen de Muskiz, de Zamudio, Orozko… de muy cerca.
Una parte fundamental del trabajo se basa en y conocer a las personas productoras con las que vamos a trabajar, una labor que hay que ir actualizando con bastante frecuencia. Actualmente trabajamos con más de 30 personas o empresas productoras entre verdura, queso, pasta, mermeladas y conservas, legumbres, pasta y arroces, harinas, pan, vinos…
Además, apostamos por hacer cocina de temporada, con menús adaptados a la temporalidad de los productos, lo que requiere un esfuerzo añadido. A veces puede ser una limitación, pero si nos acostumbramos y entendemos que la tierra nos da lo que necesitamos en cada momento, y conocemos la diversidad de productos que encontramos en nuestras huertas en cada estación, abrimos un abanico muy amplio de recetas y posibilidades.
¿Qué servicios ofrecéis?
Hacemos formaciones y cáterin, y a raíz de la pandemia, ahora también comida para llevar. Tenemos un espacio de venta físico y nuestra cocina obrador en Santutxu, en la calle Masustegi 2. Además, ofrecemos servicio a domicilio, y para ello contamos con “Reparto en Bilbao”, unos chicos que se juntaron para hacer lo que hacen otras empresas sin ser falsos autónomos, y que eligen sus propias condiciones de trabajo. Llegamos a todo Bilbao y la gestión con ellos es muy fácil.
¿Cómo imagináis el modelo de alimentación escolar perfecto?
Este es un tema que nos interesa mucho, al principio estuvimos muy implicadas, pero no es nada fácil acceder como cáterin a los comedores escolares, porque desde los pliegos del Gobierno Vasco ponen muchas trabas y no hacen accesible el acceso para empresas pequeñas. Lo que sí podemos hacer desde Sustraiak es contar nuestra experiencia u ofrecer asesoramiento.
Sería genial dar de comer a pequeños y pequeñas que están creciendo, es imprescindible dar importancia a lo que comen. También es un espacio ideal para dar salida a los productos de productoras cercanas, apostar por el consumo local y la economía circular, y crear una alternativa con productos de calidad y de confianza con la que nuestras pequeñas y pequeños puedan alimentar. Además, el comedor es una herramienta educativa y social, en la que se generan lazos con otras personas.
¿Y siendo realista, que pasos consideráis más cercanos y viables?
Lo ideal sería poder involucrar a la red de personas productoras locales y que poco a poco vayan llegando sus productos a las escuelas. Por desgracia, el tema de la alimentación escolar está demasiado institucionalizada y muy alejada de la parte humana. Sin embargo, estoy segura de que el personal de cocina estaría dispuesto a trabajar con mejor producto, la que no lo valora es la empresa que está detrás.
Otro punto para tener en cuenta es el tema de la sensibilización. Desde la tienda observamos que hay mucha gente que ya estaba preocupada por el tema de la alimentación, y otras personas que empiezan a preocuparse, por ejemplo, a raíz de estar embarazadas. Creemos que puede ser un cambio a mejor.
Para finalizar y desde vuestra experiencia, ¿Qué les diríais a las mujeres que tienen idea de emprender?
Les diría que no tengan miedo, que luchen por aquello en lo que creen, y que lo más importante es la motivación. Que se rodeen de gente que les apoye, que pidan consejo a personas que crean como ellas en proyectos pequeños de autoempleo.
Y que no se olviden de ellas mismas, de los momentos de descanso. Les desearía mucha suerte, y les diría que no es un camino fácil, pero es ilusionante y motivador. Que existen muchas redes de mujeres emprendedoras en diferentes ámbitos, y enriquece mucho conocer y compartir experiencias. Y por último les diría que no esperen a tener todo perfectamente atado para arrancar, que lo importante es probar y rodar, y en ese rodaje está el aprendizaje.