El curso 23-24 ha comenzado con novedades en los comedores escolares. Después de casi 6 años, se han renovado las licitaciones y se han puesto en marcha nuevas contrataciones en la gestión de estos. Estas licitaciones han tenido numerosos retrasos, y según las personas responsables del Departamento de Educación, venían con numerosas novedades. Desde Justicia Alimentaria y EHIGE se desarrolló un análisis de estos nuevos contratos y la principal conclusión es que los cambios son de forma, pero no de fondo. Como se suele decir, cambiar para que todo siga igual.
Seguimos contando con un modelo obsoleto que le da toda la capacidad de decisión a una empresa de catering. Empresa, que es completamente ajena a las comunidades escolares y la cual solo busca el beneficio económico. Seguimos ante un modelo que sigue primando y valorando el precio ante la calidad, y un modelo que sigue en manos de unas pocas empresas y que niega la oportunidad a pequeñas o medianas empresas de restauración. Un modelo que no permite priorizar producto agroecológico y de cercanía, acelerando más el cambio climático.
Con los nuevos contratos han llegado nuevas empresas de gran tamaño y, desgraciadamente, una de ellas ha copado numerosas noticias estas últimas semanas por sus infracciones graves. Se siguen dando incidencias diarias (falta de personal, cantidades inferiores de comida, comida en mal estado…), y son muchas las familias que han mostrado su descontento con el servicio “actualizado” de sus comedores escolares.
Desde Gure Platera Gure Aukera se han trasladado numerosas aportaciones para mejorar los pliegos de condiciones de estos nuevos contratos, para que se den pasos hacia una alimentación escolar más saludable, sostenible y justa, y con mejoras para todas las personas que trabajan en ellos. Todas estas aportaciones han sido ninguneadas.
También se han realizado numerosas aportaciones para incluir cambios sustanciales en la normativa y en la futura ley de educación (en la que la alimentación y las familias pasan a un segundo plano o ni son consideradas) para poder convertir el comedor escolar en un espacio pedagógico, saludable, sostenible y justo. Esperemos que estas aportaciones se valoren y se tengan en cuenta.
Las familias de la escuela pública vasca llevan años esperando un cambio de modelo escolar. Un modelo que ofrezca autonomía a los centros, que abra la puerta a productoras locales, a productos ecológicos más sanos y respetuosos con el medioambiente. Un modelo que prime la salud de los y las más pequeñas y no los beneficios las grandes empresas de catering. Un modelo que convierta el comedor escolar en un espacio de enseñanza con todo su potencial. Un modelo de comedor escolar que dote a sus trabajadoras con la formación, tiempo, ratios y condiciones laborales necesarias para poder llevar a cabo su labor como se merecen.
Estando la ley de educación en negociación, las familias de la escuela pública vasca no entendemos que la nueva ley no ofrezca respuesta a las demandas que llevamos años haciendo. No podemos continuar con este modelo, que perpetua los mismos problemas curso a curso, licitación tras licitación y que cierra la puerta a cualquier iniciativa de cambio o mejora.